Parasitismo social
Existen personas que muestran todo lo que hacen al mundo, mientras que otros se dedican a observar dichas vidas. Se pasan el día pegados a la pantalla, viendo cada detalle de la vida ajena. ¿Y qué hacen? Empiezan a criticar, a envidiar y a señalar lo que el otro hace o no hace.
Es como si la vida de los demás se convirtiera en su propia telenovela, y ellos fueran los directores o los jueces. Usan las redes sociales (su alimento) para sentir que tienen control o influencia sobre los demás, aunque sea solo soltando un chisme o un comentario negativo. Se alimentan de la vida de otros porque quizás no están construyendo la suya propia. A esto lo llamo parasitismo social, es decir, vivir a costa de la energía y la atención que le ponen a la vida de otros, sin darse cuenta de que la suya se les está escapando.
El verdadero desafío al terminar el día está en vivir y cerrar las puertas y también las ventanas a las redes sociales que nos vuelven curiosos, criticones y marionetas de lo que hacen los demás. En vez de ser espectadores o críticos de la vida de los demás, o de buscar constantemente aplausos externos, sin sentirse amenazados de su libertad digital, es ser el propio protagonista de tu propia historia. Apaga la pantalla, mira a tu alrededor y empieza a construir y a sentir la vida. Una vida real te espera, y es mucho más emocionante ser el actor que un simple observador del teatro de los demás.